Lima es el punto de partida. Aquí, los días se marcan por los sabores: desayuno en una panadería de barrio, almuerzo en el mercado de Surquillo, cena en uno de los mejores restaurantes del continente. Con amigos, los recorridos gastronómicos ganan otra dimensión: se prueban más platos, se comparan sabores, se arman listas mentales de favoritos. Desde el primer ceviche hasta el postre con lúcuma, cada sabor en Lima abre una puerta a otra parte del país.
Cusco propone otra relación con la comida. A más de 3.000 metros de altitud, los ingredientes cambian, y también las costumbres. Visitar los mercados locales, probar frutas andinas desconocidas, aprender a preparar una pachamanca o un tamal son actividades que se disfrutan en grupo. A través de la comida, se accede a la cosmovisión andina y a una forma de vivir que pone en valor lo colectivo, lo ancestral y lo local.
En el Valle Sagrado, la gastronomía se mezcla con el paisaje. Algunos almuerzos se hacen frente a campos de maíz, otras cenas en terrazas naturales bajo el cielo estrellado. También es posible visitar huertas, conversar con cocineras tradicionales o aprender a fermentar con insumos nativos. En este tramo del viaje, la amistad se vive a otro ritmo, más lento, más atento, más conectado con el entorno.
Una experiencia para saborear juntos, donde cada comida fortalece el vínculo y amplía el recuerdo.
Hay lugares que parecen esperarte. Esta sección revela destinos que capturan miradas, invitan a la pausa y despiertan algo profundo. Naturaleza, cultura o magia pura: aquí presentamos experiencias que marcan, rincones únicos que cada semana nos recuerdan por qué vale la pena explorar el mundo con el corazón abierto.
Experiencias de tu autoría diseñadas junto a nuestros curadores. Puedes elegir otros detalles para hacer inolvidable cada destino y viaje, desde el comfort y la plenitud.
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