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A lo largo del Adriático, la costa croata ofrece algo más que playas: un estilo de viaje sereno, entre calas escondidas, hoteles boutique frente al mar y pueblos que parecen suspendidos en el tiempo. En esta experiencia para dos, lo esencial se vuelve protagonista: desayunos con vistas despejadas, baños en aguas cristalinas y caminatas al atardecer entre callejones que desembocan en el mar.
Desde Split, un yate privado puede llevarlos hasta Hvar, una isla que equilibra elegancia y paisaje con discreción. Aquí, las tardes se viven entre viñedos junto al mar, cenas en terrazas donde todo se cocina con lo que da la tierra, y calas que solo se alcanzan en barco. Brač, más tranquila y salvaje, guarda playas como Zlatni Rat, donde el viento y la marea redibujan la arena a cada hora.
Cada alojamiento ha sido elegido para ofrecer privacidad y cercanía al paisaje. En Dubrovnik, dormir dentro de las murallas es sentir la historia desde la ventana. En las islas, los hoteles se integran con el entorno: madera, piedra, tejidos naturales y un servicio atento sin estridencias. Esta experiencia no busca impacto, sino permanencia.
Para quienes valoran lo esencial y lo bien cuidado, esta travesía por la costa dálmata es una forma de detener el tiempo.
Hay lugares que parecen esperarte. Esta sección revela destinos que capturan miradas, invitan a la pausa y despiertan algo profundo. Naturaleza, cultura o magia pura: aquí presentamos experiencias que marcan, rincones únicos que cada semana nos recuerdan por qué vale la pena explorar el mundo con el corazón abierto.
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